Para mí, hablar sobre Ubi D’Ambrosio no solo podría ser referirme a ese extraordinario académico de calibre mundial, sino hablar sobre un amigo muy querido con quien viví muchas aventuras intelectuales y existenciales desde 1982.
Ubi fue el creador de una segunda etapa en la historia del Comité Interamericano de Educación Matemática (CIAEM), algo que se sancionó en la crucial Conferencia de Campinas en 1979 pero que se manifestó ya en la CIAEM de Caracas en 1975. Ubi nos dotó de horizontes distintos. La primera etapa había sido liderada por Marshall Stone. Los que le hemos seguido al frente del CIAEM lo hemos hecho sobre los hombros de este gigante.
Ubi no solo construyó universos distintos en la Educación Matemática, sino que a la vez fue crucial en la historia de las ciencias y de las matemáticas. Cómo no evocar aquellos congresos y actividades de la Sociedad Latinoamericana de Historia de las Ciencias y la Tecnología. Y aquí me vuelvo sentimental: cómo no recordar aquel congreso nacional organizado en 1989 por la Asociación Costarricense de Historia y Filosofía de la Ciencia en Costa Rica. Ubi llegó a San José el mismo día que nació uno de mis hijos. Del hospital me fui directamente al aeropuerto a buscarlo.
Y además, cómo no mencionar su incansable búsqueda por el progreso social y la paz mundial, y en particular durante años en el Movimiento Pugwash fundado con base en el Manifiesto de 1955 escrito por Bertrand Russell y Albert Einstein. En julio de 1985 Ubi había organizado en Campinas la Conferencia 35 de Pugwash, ese fue mi primer involucramiento con este movimiento, algo que duraría también por mucho tiempo.
Hasta el último momento Ubi era el primero en responder a mis correos o WhatsApps enviándome sus opiniones y perspectivas que eran siempre lúcidas.
Me siento dichoso con que Ubi me haya pedido que le acompañara en esas aventuras. Tuve el honor y el placer de estar a su lado en todos esos sueños. Ubi fue mi mentor, compañero y amigo.
Hasta siempre querido Ubi.