Para determinar si alguien sabe Matemáticas, no es necesario que memorice reglas y haga operaciones con rapidez, si no se tiene la capacidad de entender las relaciones cuantitativas y espaciales y trasformar unas en otras, si no se es capaz de manejar varias representaciones de los objetos matemáticos y pasar de unas a otras. Saber Matemáticas no es repetir y decir las palabras correctas, saber Matemáticas es mostrar capacidades de indagación y transformación de lo ya establecido o simplemente buscar formas más sencillas, diríamos “elegantes”, de encontrar un resultado o modificar un procedimiento, lo cual no depende de la memoria, sino de la comprensión profunda de las ideas matemáticas.
Saber Matemáticas, en suma, es resolver problemas y plantear de ellos otros, para analizar si los procedimientos tienen aplicación general o dependen de algunos elementos del problema. Pero entendiendo el problema como al desconocido, por explorar y que no necesariamente está vinculado a historias de puentes, crecimiento poblacional u otras situaciones que pueden presentarse en la formación académica futura o si tenemos suerte en la vida cotidiana. La Matemática es una fuente inagotable de problemas y formas de ver el mundo a partir de relaciones cuantitativas y espaciales, de analizar no sólo por deducción sino por inducción y sobre todo analogía, es decir se trata de poner en juego habilidades cognitivas, las del saber, los métodos, las técnicas, y las metacognitivas, las del pensamiento estratégico.