La evaluación educativa

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Algunos autores señalan que desde  hace 2000 años, antes de nuestra era, se pueden detectar indicios de procesos de evaluación, muchas actividades humanas requerían eficacia y certeza, por ello un grupo se encargaba de explorar si algunas personas podrían realizar ciertas tareas exitosamente. Por ejemplo, se sabe que los chinos evaluaban a candidatos para puestos de decisiones en apoyo al Imperio, quienes fungían como lo que ahora denominamos “funcionarios”. Posteriormente hay datos de que Ptolomeo, antes del año 200 elaboró su famoso “Tetrabiblos” (Τετράβιβλος), el cual contiene temas relacionados con la evaluación de profesores griegos y romanos. En la Edad Media se realizaban exámenes orales con tribunales, en el Renacimiento se aplicaban técnicas específicas de evaluación a quienes se inclinaban a la ciencia, pero es hasta el siglo XVII que se elaboran regulaciones para realizar evaluaciones escritas. En el siglo XIX los procesos de evaluación en la educación eran importantes para definir el logro de los estudiantes, desde entonces la evaluación es un elemento importante en las estructuras educativas, pero el siglo XX fue la época en la cual la evaluación fue un punto central como parte de las políticas educativas.

La necesidad de contar con cuadros preparados para atender ciertos campos del conocimiento o de actividades prácticas, hizo de la evaluación un antecedente indispensable y preponderante en los procesos educativos y empresariales. Se le asignó una función social que iba más allá de la certificación de estudios o acreditación de la preparación académica de los individuos, se constituyó como un marco normativo de la cultura y como filtro indispensable para la estratificación social y el ingreso a la vida profesional.

No es extraño que un campo de conocimiento como las Matemáticas fuera el más vinculado a procesos de evaluación, pues dicho campo ha sido impulsado como el más importante en la formación de los individuos, lo cual proviene de una tradición de las Matemáticas como una “disciplina mental”, en el sentido que con la comprensión de las mismas se podría tener buen desempeño en cualquier otro campo, pues era una especie de “gimnasia mental”, por lo que todo individuo en buen desarrollo debería contar con conocimiento de la matemática, tradición impulsada desde Platón y sus discusiones en los jardines de Academos, en Atenas. Espacio en el que la entrada recibía a los visitantes con un letrero que sentenciaba “No entre nadie que no sepa Geometría”. Dicho anuncio representaba un aspecto de evaluación para todos los interesados.

Las conflagraciones mundiales también impulsaron los procesos de evaluación en la búsqueda de individuos potencialmente bien preparados para la ciencia o la tecnología, la medicina, la ingeniería, entre otros campos profesionales.

A finales del siglo XX, el tercer milenio tuvo la marca de la evaluación, por múltiples evaluaciones internacionales y los vínculos de éstas con indicadores de desarrollo económico y social. Así el siglo XXI, el tercer milenio, iniciaba con el reto de la evaluación que siguió la tradición de las pruebas FIMSS, SIMSS, TIMSS, dejando a las pruebas PISA un lugar especial para sancionar a los sistemas educativos de varios países y ha exhibido carencias importantes en varias regiones.

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